isleño, ña
1. adj. Natural de una isla. U. t. c. s.
2. adj. Perteneciente o relativo a una isla o a los isleños.
3. adj. Ant. y Ven. Inmigrante procedente de las islas Canarias. U. t. c. s.
La Odisea cuenta la historia de Ulises, un isleño que tarda veinte años en regresar a casa mientras Penélope, su mujer, cuida de su patrimonio y espanta pretendientes. En ese viaje sin prisas, el ideador del caballo de Troya encuentra cíclopes, lotófagos, sirenas y lestrigones; comparte lecho con los dioses, ofrece libaciones a Poseidón con los mejores vinos y disfruta de innúmeros banquetes en costas desconocidas. Como me encanta comer y nunca me ha gustado esperar, siempre he sido más de Ulises que de Penélope.
Me cuesta inmenso elegir porque tengo intereses diversos y no siempre convergentes; pero en este blog encontrarás mi Cuaderno de bitácora, donde podrás leer acerca de los destinos a los que la suerte o el empeño han tenido a bien llevarme; mi Cajón de sastre, el lugar al que van a parar los textos que me dictan la inspiración y las ganas; y mi Anaquel, el estante en el que guardo el eco de los libros que he leído, que nunca son suficientes.
En una jornada de puertas abiertas para futuros estudiantes universitarios, un profesor de Filología nos leyó un poema de Kavafis que hablaba sobre la patria de Ulises: «Cuando emprendas tu viaje a Ítaca / pide que el camino sea largo». Aquellos versos fueron la verbalización de un deseo que llevaba tiempo fraguándose, y un lema vital hasta la fecha. En busca de Ítaca, terminé mis estudios en una universidad fundada en 1218 por Alfonso IX de León; di mis primeras clases de español en Cambridge, donde había formal dinners a la luz de las velas y a veces todo el mundo llevaba capa como en Hogwarts; viví el más largo de los inviernos en un país cuya constitución recoge la búsqueda de la felicidad como un derecho inalienable; me compré unas wellies para atravesar cada mañana la campiña inglesa en mi camino a una antigua abadía del s. XVIII reconvertida en escuela; y me enamoré de uma velha cidade cheia de encanto e beleza.
En La Odisea se menciona a Titono, hermano de Príamo, rey de Troya. Era tal su belleza que la Aurora se enamoró de él, y pidió a Zeus que le concediera la inmortalidad, un deseo que el padre de los dioses satisfizo. Pero como se le olvidó pedir también la juventud eterna, Titono se fue haciendo cada vez más viejo, arrugado y encogido, hasta convertirse en un grillo. En su poema Tithonus, Tennyson describe la envidia que siente el personaje por los «happy men that have the power to die».
No viajo para huir de nada, viajo para que la vida no se me escape. No leo por prurito academicista, leo por placer. No escribo para encontrar respuestas, escribo para, algún día, poder contar mi propia odisea al calor de la lumbre.
Bienvenidos a The Islander.