A orillas del Mississippi

Al suroeste de Minnesota, en Estados Unidos, se encuentran Saint Paul y Minneapolis. Las llaman las ‘ciudades gemelas’, eternamente enfrentadas ante el río Mississippi. Sin embargo, a pesar de la particular belleza que puede atribuirse a cada una de ellas, nunca hubo dos hermanas tan diferentes.


En 1886, un reportero de Nueva York calificó a Saint Paul como “la otra Siberia”, aludiendo a la escasez de oferta de ocio y al frío desmedido que muerde con rabia a los desprevenidos en invierno. Hoy en día, Saint Paul, junto a Minneapolis, se sacude el injusto apelativo y conforma la segunda región en Norteamérica con mayor número de teatros después de la ‘Gran Manzana’. Casa de Prince y sede de los sueños arquitectónicos de Jean Nouvel o Frank Gehry. Pasen y vean.

Minnesota significa ‘aguas teñidas de cielo’. Así la bautizaron los indios Dakota en alusión a los más de 10 000 lagos que se extienden a lo largo y ancho del estado. Saint Paul, la capital, es más pequeña y modesta que Minneapolis, una de esas ciudades americanas con un skyline que parece sacado de un cómic de Marvel.

Las ‘ciudades gemelas’, cuya banda sonora suena a Prince y Bob Dylan, guardan en sus rincones páginas sueltas de Scott Fitzgerald, autor de Elgran Gatsby e inigualable bon vivant de su tiempoEs aquí donde aún resuena el eco imaginario de las aventuras de Huckleberry Finn, a orillas del Mississippi que baña Saint Paul y Minneapolis, casa orgullosa de los Timberwolves, los lobos de la NBA donde juega nuestro Ricky Rubio. A pesar de su condición de capital del estado, es Minneapolis y no Saint Paul quien concentra el mayor número de actividades de ocio para el viajero. Si las visitamos de primavera a otoño, la bicicleta es el medio de transporte rey para explorar las ciudades; hazaña prácticamente irrealizable en invierno, donde las temperaturas pueden bajar hasta los nada caribeños -40 º centígrados. El transporte público norteamericano no se caracteriza por su efectividad, al menos en esta parte del país; de hecho, poseer un vehículo propio en EE.UU., más aún en invierno, podría presentarse como condición indispensable en la famosa búsqueda de la felicidad que un día declamara Thomas Jefferson. Dadas estas premisas, alquilar un coche es la mejor opción para moverse sin restricciones por las ‘ciudades gemelas’ en esta época del año.


Minneapolis, después de Nueva York, es la ciudad con mayor número de teatros y oferta cultural de EE.UU. La urbe se divide en varios centros relativamente distantes: Downtown y Uptown son mis favoritos. En Downtown podemos acudir al emblemático Guthrie Theater, obra del arquitecto Jean Nouvel y casa de acogida de numerosas representaciones y conciertos, uno de los últimos a cargo de Kevin Costner y su banda de rock/country. En la misma área se localiza First Avenue, local mítico donde los haya y testigo de la ascensión de Prince al Olimpo de la música. Un lugar idóneo para descubrir nuevas bandas, asistir en primera fila a la actuación de grupos consagrados y vibrar al ritmo de la música en un ambiente cultural único e innovador.

Uptown, en contraste con los rascacielos y enormes avenidas casi despobladas de Downtown, encarna el espíritu hipster y alternativo de Minneapolis. El vecindario se reparte entre tiendas singulares y edificios bajos con numerosas terrazas, emplazamiento de restaurantes donde contemplar puestas de sol y bares donde dar la bienvenida a un nuevo día mientras dure el verano. A escasos metros de esta zona descubrimos el lago Calhoun, uno entre los más de 10 000 lagos de Minnesota; playa de los locales en verano y pista de patinaje en invierno… Así de caprichosas son estas ciudades hermanas a orillas del Mississippi.

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